Rokovoko. Una isla muy lejana hacia el oeste y el sur. No está marcada en ningún mapa: los sitios de verdad no lo están nunca. Hernan Melville.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Inocencia y poderosos compañeros


Peterson coloca a las manadas dentro de estas ciudades, donde los niños en las pinturas, a pesar de las desgarradoras periferias, mantienen un sentido de inocencia mientras que con valentía exploran las calles acompañadas con sus poderosos compañeros.

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jueves, 8 de septiembre de 2016

La otra vida de Marta



Hoy se cumple un año. El hombre del que fue pareja sólo unos meses y al que había decidido dejar esperó a que llegara a casa, la estranguló con el cable del cargador del móvil y golpeó con brutalidad su cabeza hasta romperla. Y se fue, como si nada. La dejó agonizar sobre un enorme charco de sangre, dándola por muerta. Unos vecinos llamaron a la policía preocupados por los ruidos. Ella no respondía al teléfono (él se lo llevó, también el ordenador), hubo que localizar a su padre para entrar en el piso. Pasaron tres largas horas desde que el animal concluyó su paliza.
Pero Marta no murió. Estuvo dos meses en coma y sigue en el hospital. Sus brazos quedaron agarrotados, un ojo abierto de modo permanente. Y no recuerda nada. Daños irreversibles dicen los médicos. No sabe qué cara tiene aquel hombre, aquel nadie que ahora está a la espera de juicio cuyo resultado siempre será injusto. Marta ya no sabe de su trabajo de enfermera, que también era su pasión, ni de sus amigos ni de su querida perra Noa…
A veces su mirada se pierde en una nebulosa. Apunta lo que hace en un cuaderno. Poco a poco. Dice su padre que cuando despertó del coma era como un bebé recién nacido. Su voz brota tímida de la garganta dañada mientras repasa las fotografías pegadas en la puerta, las imágenes con las que lentamente reconstruye sus recuerdos. Marta sonriente, una joven hermosa y feliz. Marta con su bata de enfermera. Marta de niña. Marta en una fiesta. Marta abrazando a su perra. En otra vida.
Me sonríe mientras hablamos. Y quiero decirle que la empatía no basta, que la vida la quiere viva para algo. Ojalá me entienda un día. Que pudo más que aquel animal con complejo de inferioridad. Y que más allá, en su interior, está Marta la guerrera. Y quiero decirle que es poderosa, feroz e inmortal.

Marta Montero, víctima de violencia de género

Txema Rodríguez
de txemarodriguez.es

en el ventano,es