En conclusión diré que las mujeres sólo pueden entrar en un nuevo contrato social, escapando de su clase, incluso si tienen que hacerlo como esclavas fugitivas, una por una. Ya lo estamos haciendo. Las lesbianas somos desertoras, esclavas fugitivas; las esposas desertoras están en la misma situación y existen en todos los países porque el régimen político de la heterosexualidad está presente en todas las culturas. Así romper con el contrato social heterosexual es una necesidad para quienes no lo asumimos."
"El
lesbianismo ofrece, de momento, la única forma social en la cual
podemos vivir libremente. Además, lesbiana es el único concepto que
conozco que está más allá de las categorías de sexo (mujer y hombre),
pues el sujeto designado (lesbiana) no es una mujer ni
económicamente, ni políticamente, ni ideológicamente. Lo que constituye a
una mujer es una relación social específica con un hombre, una relación
que hemos llamado servidumbre, una relación que implica obligaciones
personales y físicas y también económicas (asignación de residencia,
trabajos domésticos, deberes conyugales, producción ilimitada de hijos,
etc.), una relación de la cual las lesbianas escapan cuando rechazan
volverse o seguir siendo heterosexuales. Somos desertoras de nuestra
clase como lo eran los esclavos americanos fugitivos cuando se escapaban
de la esclavitud y se volvían libres. Para nosotras, ésta es una
necesidad absoluta; nuestra supervivencia exige que nos dediquemos con
todas nuestras fuerzas a destruir esa clase, -las mujeres- con la cual
los hombres se apropian de las mujeres. Y esto sólo puede lograrse por
medio de la destrucción de la heterosexualidad como un sistema social
basado en la opresión de las mujeres por los hombres, un sistema que
produce el cuerpo de doctrinas de la diferencia entre los sexos para
justificar esta opresión."
Monique Wittig, El pensamiento heterosexual y otros ensayos
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