Hace unos días se hizo muy viral una foto de Khloé Kardashian con su hijo recién nacido en el hospital. ¿Lo impactante de la foto? Que ella no había tenido el bebé, era fruto de la conocida práctica del vientre de alquiler. Este es un tema que voy siguiendo desde hace tiempo y del que estoy bastante informada, pero aun así, ver esa foto en la que ella recreaba una escena posparto me removió muchísimo y aún sigue rondando mi mente. Me sigue sorprendiendo una barbaridad como en pleno 2022 seguimos normalizando esta práctica que, para mí, tiene los mismos dos trasfondos de siempre: ricos aprovechándose de pobres y la vulneración del cuerpo de la mujer.
Es que no hay manera, no avanzamos. No entiendo en qué momento hemos legitimado, e incluso puesto de moda, usar el cuerpo de una mujer como una mercancía más, con el mismo valor que una escoba tiene para la limpiadora, una calculadora para la contable y una tiza para la profesora.
Y ya no me sirve la baratísima excusa del derecho a elegir de una mujer. No me malinterpretéis, soy la primera en reivindicar nuestros derechos, pero ¿acaso puede elegir una persona sin recursos? Categorizar tu vientre como objeto laboral no es un derecho ni una libertad, y mucho menos un acto 'empoderante'.
Basta ya de normalizar este negocio. Basta ya de monetizar vidas humanas. Basta ya de promover granjas de mujeres y bebés.
Una carta de Anna Grau de Tena, Granollers, 10/10/22
elperiodico.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario