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“Hay elementos en el tratamiento periodístico que pueden estar
ayudando al asesino a considerar que el objetivo cumplido por un
homicida anterior coincide con el suyo”. Esta es una de las conclusiones
de la tesis doctoral elaborada por una abogada y secretaria judicial de
Barcelona tras estudiar 30 casos de asesinatos machistas habidos en
Cataluña.
Cuando de violencia de género se trata, el asesino no tiene intención
de hacer daño a la mujer. Tiene intención de matarla. Ese es otro
elemento contrastado en los 30 asesinatos de mujeres en Cataluña entre
2006 y 2011 que ha estudiado Isabel Marzabal para elaborar su tesis
doctoral. No hay un común denominador entre los asesinos, ni en la
preparación de la muerte de su pareja, ni en el método empleado.
El estudio de los 30 asesinos, condenados en sentencia firme, revela
que, en ninguno de los casos, hay un trastorno mental severo y solo en
un 15% de los autores se diagnosticó con posterioridad al crimen un
trastorno de la personalidad. El 57,1% tenía estudios primarios, el
38,1% estudios secundarios y el 4,8 % universitarios, así que la
educación tampoco es un elemento esencial para dibujar un perfil
estándar de un asesino de género. Es un hombre que vive con la obsesión
de la mujer en la mente. De hecho, tiene poco aprecio a su vida, la
mayoría se entrega y alrededor de un 30% se suicida.
Isabel Marzábal es licenciada en Derecho y ha trabajado durante años
como secretaria judicial en Barcelona. Vio pasar casos de maltratos,
homicidios y asesinatos por su juzgado, ha trabajado también en juzgados
de vigilancia penitenciaria, y decidió hacer una investigación que no
se había hecho antes. Pudo estudiar las sentencias y los perfiles de los
asesinos, además de su situación penitenciaria, pero no pudo
entrevistarse con ninguno de ellos.
Estudió también las informaciones que ofrecieron los medios de
comunicación sobre esos 30 casos y analizó todas las noticias de
agresiones o muertes de mujeres que se divulgaron con anterioridad a
cada uno de los casos analizados. La conclusión a la que llega Marzabal
es que sí se aprecia una imitación y un refuerzo de la idea de matar que
ronda en la mente del asesino.
En su opinión, “hay elementos en el tratamiento periodístico que
pueden estar ayudando al asesino a considerar que el objetivo cumplido
por un homicida anterior coincide con el suyo y, al mismo tiempo, pueden
estar provocando que otros individuos realicen la misma conducta en
cuanto tienen conocimiento que alguien la ha puesto en práctica”.
Marzabal descubre que, en el 92,1% de las informaciones sobre
asesinatos de género, nunca se cita las condenas que sufren los
agresores. Y ese es un dato que debería considerarse. “Por regla
general, las informaciones abundan en datos de la víctima, incluso
divulgan una foto suya, casi nunca del asesino. A veces se recrean en
aspectos morbosos del crimen, aspectos todos ellos que terminan
infundiendo miedo en las mujeres. Y, nunca o casi nunca se citan las
consecuencias”, señala.
La autora recomienda ofrecer el teléfono de asistencia a maltratadas
en este tipo de informaciones y anima a que se divulguen las sentencias y
se informe más del asesino. Cómo progresa la idea de matar a la pareja
en la mente del asesino en un asunto por estudiar, que haría necesario
algo así como un estudio forense de los casos.
“Habría que remontarse muy atrás, estudiar la conducta del asesino
con mucha anterioridad, a veces se pueden tener algunas señales en las
visitas que hace la pareja al médico”, apunta Antonio Andrés Pueyo,
criminólogo, psicólogo forense y director de la tesis. Pueyo asegura que
las estadísticas de Sanidad son más fiables que las de Interior a la
hora de calibrar los casos de maltrato de mujeres, e incluso los de
asesinatos.
Blog el ventano.es
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