Rokovoko. Una isla muy lejana hacia el oeste y el sur. No está marcada en ningún mapa: los sitios de verdad no lo están nunca. Hernan Melville.

viernes, 29 de enero de 2016

El tratamiento periodístico de los asesinatos machistas genera nuevos autores

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“Hay elementos en el tratamiento periodístico que pueden estar ayudando al asesino a considerar que el objetivo cumplido por un homicida anterior coincide con el suyo”. Esta es una de las conclusiones de la tesis doctoral elaborada por una abogada y secretaria judicial de Barcelona tras estudiar 30 casos de asesinatos machistas habidos en Cataluña.
Cuando de violencia de género se trata, el asesino no tiene intención de hacer daño a la mujer. Tiene intención de matarla. Ese es otro elemento contrastado en los 30 asesinatos de mujeres en Cataluña entre 2006 y 2011 que ha estudiado Isabel Marzabal para elaborar su tesis doctoral. No hay un común denominador entre los asesinos, ni en la preparación de la muerte de su pareja, ni en el método empleado.
El estudio de los 30 asesinos, condenados en sentencia firme, revela que, en ninguno de los casos, hay un trastorno mental severo y solo en un 15% de los autores se diagnosticó con posterioridad al crimen un trastorno de la personalidad. El 57,1% tenía estudios primarios, el 38,1% estudios secundarios y el 4,8 % universitarios, así que la educación tampoco es un elemento esencial para dibujar un perfil estándar de un asesino de género. Es un hombre que vive con la obsesión de la mujer en la mente. De hecho, tiene poco aprecio a su vida, la mayoría se entrega y alrededor de un 30% se suicida.
Isabel Marzábal es licenciada en Derecho y ha trabajado durante años como secretaria judicial en Barcelona. Vio pasar casos de maltratos, homicidios y asesinatos por su juzgado, ha trabajado también en juzgados de vigilancia penitenciaria, y decidió hacer una investigación que no se había hecho antes. Pudo estudiar las sentencias y los perfiles de los asesinos, además de su situación penitenciaria,  pero no pudo entrevistarse con ninguno de ellos.
Estudió también las informaciones que ofrecieron los medios de comunicación sobre esos 30 casos y analizó todas las noticias de agresiones o muertes de mujeres que se divulgaron con anterioridad a cada uno de los casos analizados. La conclusión a la que llega Marzabal es que sí se aprecia una imitación y un refuerzo de la idea de matar que ronda en la mente del asesino.
En su opinión, “hay elementos en el tratamiento periodístico que pueden estar ayudando al asesino a considerar que el objetivo cumplido por un homicida anterior coincide con el suyo y, al mismo tiempo, pueden estar provocando que otros individuos realicen la misma conducta en cuanto tienen conocimiento que alguien la ha puesto en práctica”.
Marzabal descubre que, en el 92,1% de las informaciones sobre asesinatos de género, nunca se cita las condenas que sufren los agresores. Y ese es un dato que debería considerarse. “Por regla general, las informaciones abundan en datos de la víctima, incluso divulgan una foto suya, casi nunca del asesino. A veces se recrean en aspectos morbosos del crimen, aspectos todos ellos que terminan infundiendo miedo en las mujeres. Y, nunca o casi nunca se citan las consecuencias”, señala.
La autora recomienda ofrecer el teléfono de asistencia a maltratadas en este tipo de informaciones y anima a que se divulguen las sentencias y se informe más del asesino. Cómo progresa la idea de matar a la pareja en la mente del asesino en un asunto por estudiar, que haría necesario algo así como un estudio forense de los casos.
“Habría que remontarse muy atrás, estudiar la conducta del asesino con mucha anterioridad, a veces se pueden tener algunas señales en las visitas que hace la pareja al médico”, apunta Antonio Andrés Pueyo, criminólogo, psicólogo forense y director de la tesis. Pueyo asegura que las estadísticas de Sanidad son más fiables que las de Interior a la hora de calibrar los casos de maltrato de mujeres, e incluso los de asesinatos.


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