Rokovoko. Una isla muy lejana hacia el oeste y el sur. No está marcada en ningún mapa: los sitios de verdad no lo están nunca. Hernan Melville.

jueves, 14 de abril de 2016

“En la escuela las niñas no vamos al baño porque los chicos quieren entrar para vernos”




“En la escuela a las niñas no nos gusta ir al baño porque los niños quieren entrar para vernos. Así que mejor me aguanto”. Lo cuenta una niña de 8 años que vive en una zona rural de Chinandega, a unos 150 kilómetros de la capital chilena, Nicaragua. En las zonas rurales, alumnos y alumnas caminan cada día largos trayectos para llegar a los centros escolares. La pequeña dice que reza para no cruzarse con nadie en el camino.
Explica que al llegar siente cierto alivio, porque un día más nadie la asaltó en el trayecto. Pero también en la escuela tiene miedo, sobre todo si tiene que usar el baño. “Nos vienen a ver, quieren entrar”, dice, sin especificar a quién se refiere. Porque las puertas no tienen pestillo para cerrar. Además, los niños desde temprana edad sienten que pueden apropiarse del cuerpo de las mujeres.
“En los baños existe un riesgo alto de violación de las niñas”, asegura Johana Chévez, asesora de género de Plan Internacional. “No siempre hay puerta, no siempre son higiénicos. “Las encierran, les tiran piedras, llegan a espiarlas”, cuenta. “No vamos al baño porque los niños nos espían al poner un teléfono celular en un zapato para grabarlo y verlo todo”, dicen las alumnas.
El denominado Plan Internacional y la Universidad Centroamericana (UCA) trataron de poner cifras a la problemática. Fue una investigación amplia, llevada a cabo en 22 comunidades de 10 municipios. Una de cada cuatro niñas que participaron en las investigaciones dijeron que “jamás” se sentían “cómodas” al usar las letrinas de la escuela.
En los dos estudios el resultado de Nicaragua es prácticamente el doble que en los otros países en el tema del miedo que tienen las niñas al trasladarse a sus centros de estudio y en el uso de los baños de las escuelas, “ante la indiferencia de casi todos los docentes”, afirman los autores del informe.
“No se involucran, no prestan atención a la violencia. Es algo totalmente ciego. Es más, cuando se les pregunta dicen que allí no pasa nada de eso. No lo ven, porque en las escuelas hay jerarquía, porque los profesores utilizan otros sanitarios, pero también porque existe una normalización del acoso sexual”, denuncian.
Las escuelas de Nicargua tampoco son ajenas a otro tipo de violencia, la ejercida por parte de los docentes. “Nos encontramos con golpes, burlas, agresiones físicas, acoso y el favoritismo de los maestros hacia los varones, y vimos que toda esa violencia es uno de los principales motivos del abandono escolar”, afirman los investigadores.

Leire Ventas, BBC MUNDO

elventano.es

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