La historia nos muestra que los derechos conseguidos por las mujeres es fruto de su constante lucha feminista. No debemos olvidar a las que han sido detenidas, torturadas o asesinadas por mantener su constancia en la defensa de los derechos de la mujer; “porque ellas fueron nosotras somos”.
Actualmente, el postmodernismo y su mejor aliado, “la intoxicación del lenguaje”, están introduciendo conceptos muy equívocos en la ciudadanía, como acostumbra el neoliberalismo. Dado el auge que el Feminismo está teniendo en todos los frentes y su incidencia en la sociedad y en la política, el sistema económico, en amoroso idilio con la cultura patriarcal intenta romper el feminismo y para ello las categorías hombre y mujer deben ser suprimidas. Y aparece la teoría QUEER para ayudar.
Si el SEXO es una realidad biológica en hombres y mujeres, del GÉNERO no podemos decir lo mismo, ya que dicho término se gesta y nace en la cultura patriarcal; cultura que establece la conducta más apropiada en la sociedad para cada sexo. Han sido las feministas las que se han introducido en el estudio de la génesis y desarrollo de dicha cultural para hacerla visible. Dichos estudios han aportado la información necesaria para reflexionar sobre la incidencia que los comportamientos culturales han generado en la sociedad androcéntrica, tan discriminatoria para las mujeres. Nada ocurre por casualidad; existen causas profundas que se han perpetuado a través del tiempo y que aún perduran.
La realidad biológica de la mujer, en cuanto a maternidad, crianza de hijos e hijas, ha sido el argumento utilizado para apartar a la mujer de una vida plena en sociedad. A partir de esta realidad biológica se ha construido toda una ideología que ha mantenido gran desigualdad por razón de pertenecer a un sexo u otro, situando a las mujeres en un papel secundario, subordinado, complementario en el mejor de los casos, y en otros considerándola un ser inferior. La humanidad de las mujeres reconocida en la cultura patriarcal les exige tener a otros como motivo y fin de la propia existencia.
El Patriarcado* se basa en el androcentrismo, (centralidad del hombre) que considera a éste intelectualmente superior a la mujer, el más capaz y, por ello, legitimado para tener el monopolio del poder. La misoginia es “aversión, odio a las mujeres”. Así pues, nos encontramos con una cultura que condiciona lo que debe ser el hombre y la mujer. Dicho pensamiento se manifiesta también en la homofobia, el cual considera que la heterosexualidad es natural, superior y positiva, y por antagonismo, supone que la homosexualidad es antinatural. La importancia de situar el Patriarcado dentro de la historia reside en que, como producto histórico y social que tuvo un origen tendrá también un final si las mujeres seguimos recuperando nuestra historia y construyendo nuestro futuro.
Paralelamente a la caída de la Unión Soviética, se produce El Pacto de Washington, de 1989. El concepto fue acuñado por el economista británico John Williamson, y en cual se definían medidas económicas neoliberales para hacer frente a la reducción de beneficio en los países occidentales tras la crisis económica de los años setenta. Dichas medidas estaban impuestas a los países del Sur por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.En este sistema, donde el máximo beneficio cuenta más que los derechos humanos, algunas teorías pueden contar con los cómplices adecuados, colaboraciones interesadas que esperan sacar réditos políticos o económicos
En ese contexto, la estadounidense, Judith Butler, establece en la teoría QUEER la ruptura con el determinismo biológico de las categorías hombre–mujer. Dicha teoría comenzó a difundirse en los años 90, erigiéndose como liberadora del determinismo impuesto por el sexo, que ha logrado meterse, como Caballo de Troya, entre el movimiento feminista para desprestigiarles y confundirle. Extraña liberación que pretende poner en duda a la mujer como sujeto histórico del Feminismo. Durante décadas se buscó el gen responsable de la diferenciación sexual y, en 1990, al fin se encontró en el cromosoma Y, un gen al que se conoce como SRY, al que se atribuye la formación del testículo. Las hormonas sexuales (estrógenos en la mujer o andrógenos en el hombre) complementan la diferencia de los sexos.
Con la teoría Queer estamos ante la confusión reinante y con ella el “androcentrismo” se refuerza. Cierto es que hay personas que no se sienten bien en sus cuerpos biológicos (disforia), que sufren por ello y necesitan ser atendidas. Sin duda, toda persona tiene derecho a vivir su sexualidad como considere oportuno y tener la ayuda adecuada desde las administraciones del Estado. Al igual que las luchas feministas, la lucha del movimiento gay ha dado su fruto, consiguiendo ciertos derechos y la consecución -en muchos países- de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero otra cuestión, bien distinta, es aceptar el “geycapitalismo” que defiende la cosificación de la mujer a través de la prostitución, la pornografía o los vientres de alquiler. No puede entenderse como libertad, aquello que causa esclavitud. Según la ONU, la prostitución es la esclavitud del s. XXI y, por tanto, una violación de los derechos humanos. Intentar separar la prostitución de la trata de mujeres con fines sexuales es dar oxígeno a la prostitución, ya que ambas son eslabones de una misma cadena.
Y qué decir de la ley de transgénero que el nuevo gobierno quiere implantar. ¿Derechos? Ahora se está usando su posición históricamente discriminada como lobby pro-derechos liderado por transexuales; hombres que se creen mujeres, se metieron en las filas feministas como si fuesen aliados. Los trans pueden conservar su aspecto masculino abiertamente porque ser mujer se ha convertido en una experiencia individual y una mera autodeclaración. Ellos mismos dicen “no tienes que tener disforia para ser trans”, “no tienes que hormonarte ni operarte para ser trans”, y por lo tanto el ser mujer no significa nada, basta que un hombre diga que se siente mujer.
“Progenitores gestantes y progenitores no gestantes”. Y de nuevo surge la complicidad del neo-lenguaje, ¿que nos está anunciando dicha terminología? ¿Por qué se anula la palabra mujer? ¿Acaso ya no existe la mujer gestante? El cuento de la criada, de Margaret Atwood, nos relata una distopia futurista, donde las mujeres fértiles pasan a ser esclavas reproductivas.
No es ningún secreto que hay ferias de gestación subrogada y agencias que tramitan la compra de bebés a la carta, que existe un catálogo para que los consumidores elijan “en qué vasija se va a gestar el bebé”, y existen las granjas estabuladas de mujeres en determinados países. ¿Casualidad? Con este entramado de intereses, como NO dudar de las buenas intenciones de dicho lobby y de la complicidad de ya pone el lenguaje a su servicio. La persistencia de los mensajes acaba creando opinión en la ciudadanía, pervirtiendo el concepto de MUJER GESTANTE por “progenitor gestante”– “progenitor no gestante”. De esto sabía mucho Joseph Goebbels, jefe de propaganda de Hitler y en la actualidad, crear pensamiento de nuevo cuño no necesita mucho esfuerzo, ya que el aparato de propaganda del capitalismo es muy potente.
El materialismo histórico es importante para comprender la realidad y combatir tanta mezquindad, pero la nueva oleada idealista nos invade para trastocar la solidez de los conceptos, convirtiéndolos en “significantes vacíos”. Pretenden conseguir una población despolitizada, dormida para el análisis de la realidad; “una sociedad líquida”, como afirmaba el sociólogo, recientemente fallecido, Zygmunt Bauman, una sociedad entretenida con el consumismo y el espectáculo permanente.
En este sistema, donde el máximo beneficio cuenta más que los derechos humanos, algunas teorías pueden contar con los cómplices adecuados, colaboraciones interesadas que esperan sacar réditos políticos o económicos. Cada derecho que ganamos las mujeres nos acerca a la emancipación de las clases populares, ya que ser feministas en el neoliberalismo arrastra otras luchas que se enmarcan en los derechos humanos; entre otros, la inmigración y el imperialismo; éste último como la máxima expresión del patriarcado.
*La creación del Patriarcado, Gerda Lerner; historiadora feminista y antropóloga estadounidense, (1920- 2013) La creación de la conciencia feminista complementa la obra citada.
https://federacion.republicanos.info/2020/01/18/queer-una-teoria-para-romper-el-feminismopor-teresa-galeote/
https://www.nuevatribuna.es/opinion/teresa-galeote/queer-teoria-romper-feminismo/20200115151434170109.html
Shadowmeld Photography
Hola Berta. Estoy de acuerdo con Teresa Galeote.
ResponderEliminarAcabo de leer otro artículo de Sara Ferreiro Lago del que me gustaría saber tu opinión, aunque la intuyo. Este es el título y el enlace.
La “peligrosa” teoría queer y el asesinato de “las mujeres”
https://www.lahaine.org/est_espanol.php/la-lpeligrosar-teoria-queer-y
Un abrazo.
Gracias Loam, me lo leo y te digo.
ResponderEliminarYa desde el mismo título con las palabras entrecomilladas se ve por dónde irá. Es un texto contra el PFE y Lidia Falcón y a favor de la teoría queer, utilizando irónicamente conceptos y argumentos de Lidia Falcón y ridiculizandola. Esta primera parte es asquerosa.
ResponderEliminarLa segunda parte por lo menos confronta con una buena exposición el debate sobre el sujeto político del feminismo, en la discusión entre Seyla Benhabib y Judith Butler.
Queda clarísimo. Mientras Butler dice que siempre que se habla en nombre de "las mujeres" puede haber una falla en la representación y defiende que el cómo se configura el sujeto del feminismo quede abierto,
Benhabib argumenta de forma impecable la necesidad de proteger precisamente ese sujeto político en la lucha feminista, que son las mujeres, frente a las teóricas queer como la Butler que lo que quieren es destruirlo, dejándolo abierto para que entre el troyano patriarcal y nos borren a las mujeres del mapa.
La autora del artículo se posiciona a favor de la teoría queer. Y entre otros argumentos, intenta confundir con el tema de las mujeres negras, que históricamente es todo un movimiento en sí mismo, pero también feminista y de mujeres. Y no es que las feministas blancas las excluyeran cuando hablaban de "mujeres", sino que las negras metidas en un mundo también opresivo, patriarcal y agresivo contra las mujeres, tenían que añadir además como vivencias "específicas" el racismo, por eso no se sentían representadas. Pero las feministas hicieron el trabajo intelectual de anexionar la lucha racista de las mujeres negras a su causa. Y desde ese momento la lucha contra la violencia y la opresión patriarcal es común de todas las mujeres del mundo.
Me hace gracia que nadie cuestiona otros movimientos, el movimiento sindical lucha por los obreros, un partido se izquierdas lucha por los derechos sociales de los trabajadores y los pobres o uno de derechas lucha por los privilegios de los ricos. A todo el mundo le parece bien. Nadie va a mangonear ni a apropiarse de esos movimientos. Sin embargo en el movimiento feminista parece que tenemos que estar abiertas, según la autora del artículo a que todo el que le dé la gana, entre, manosee, se apropie, mandonee, cuestione y quiera destruir y cambiar a su antojo, todo lo que las mujeres han construido con tanto sacrificio, con tanta represión, tanto dolor y tanta lucha a lo largo de años y años, siglos, enfrentándose al todopoderoso misógino y cruel sistema patriarcal.
Ahora vienen estos a seguir perpetuando un mundo de machos donde se han apropiado de nuestro espacio para destruirnos. Un asco, esa es mi opinión del artículo.
Gracias, Berta. La verdad es que me sorprendió ver este artículo acogido en La Haine, ciertos medios deberían ser más cuidadosos, fieles a su línea, con lo que publican, bastante espacio tienen ya los reaccionarios como para que, encima, les demos eco en los nuestros. Esa es mi opinión.
EliminarLoam, una/o puede decir todas las veces que quiera y en todos los idiomas existentes que es anarquista, sindicalista, tirao pa la izquierda y demás, pero el tema del feminismo en general lo llevan muy mal. Ni saben ni les interesa saber qué es el feminismo, su carga política, quién es el sujero político del feminismo, qué arrastra este movimiento. Habrán pensado "si lo escribe una mujer..". Ser mujer no te hace feminista.
ResponderEliminar