Por Matías Capelli para Los Inrockuptibles
(extracto)
Con el hallazgo del cuerpo de Santiago Maldonado y todavía más preguntas que certezas sobre las circunstancias de su muerte, inscribir su identidad política donde corresponde en la tradición del anarquismo vernáculo es también un acto de justicia.
Investigando un poco uno comprueba que lo que se decía a grito pelado frente al Congreso era cierto. Santiago Maldonado era anarquista, conocido como Brujo o Lechuga, cercano a grupos anarco de La Plata, de la biblioteca Guliay-Polié. Maldonado no estaba en el Pu Lof por idealista de los setenta, no estaba por izquierdista o por montonero, no estaba por hippie, ni por trosco o marxista. Maldonado estaba ahí por anarquista. De hecho, a pesar de sus diferencias, desde hace décadas que hay una afinidad intensa entre el anarquismo y la causa mapuche, basada en dos planteos: el desconocimiento del Estado argentino y el recurso a la acción directa. Había sido ese itinerario vital el de un anarco del siglo XXI el que había llevado a Maldonado a El Bolsón, el que lo había llevado a sumarse a los reclamos de pescadores en Chiloé en 2016, a comprometerse con la causa mapuche sin ser mapuche, a protestar por la detención del líder mapuche Facundo Jones Huala. Incluso alguno de los tatuajes gracias a los cuales fue reconocido por sus familiares son símbolos o contraseñas anarquistas.
Tomemos, por ejemplo, esta declaración de Jones Huala: “Santiago fue un encapuchado, y yo la verdad que se lo agradezco de todo corazón al compañero, porque cuando se cumplían esos treinta días de detención injusta, vino, acompañó, porque habían reprimido en Bariloche. Él fue uno de los que reventó los vidrios del juzgado de acá de Esquel y el compañero estuvo peleando codo a codo. Me duele mucho que mientan sobre él. ¿Por qué no dicen las ideas que tenía el compañero? El compañero era anarquista. Si Santiago estuviera aquí estaría combatiendo en las calles, en las barricadas”.
O este otro posteo que circuló por las redes: “No suena raro ni ilógico que muchos asuman una postura sobre Santiago a través de la óptica de los organismos de derechos humanos. Al fin y al cabo es una lógica que afirmó el Gobierno en los últimos años. Qué les pasa a quienes no entienden que para muchos Santiago era un compañero y no un afiche ni una imagen para acumular junto a otros mártires y santos de la izquierda. No todos creen en la lógica representativa y las procesiones autorizadas por figuras destacadas del ámbito combativo. Algunos tienen urgencia y efectivamente es urgente de cuestionar a los desaparecedores en todos los terrenos donde estos se manifiesten, y esos asesinos son siempre los mismos: el Estado y el Capital”.
O este comunicado: “Aproximadamente a las 10 de la mañana del día de hoy, Viernes 4/08/2017, a ya casi cuatro días de la desaparición del compañero Santiago Maldonado (“Lechuga”), destrozamos la casa de la provincia de Chubut, en la putrefacta capital del Estado llamado argentino. Aunque sobran los motivos, la rabia comienza a desbordarse y a desbordarnos, pero van más de 72 horas y un compañero no aparece, mientras Facundo Jones Huala sigue en huelga de hambre. Extendemos nuestra solidaridad al pueblo mapuche y expandimos nuestra rabia contra todos los estados, el capital, la autoridad y todos sus cómplices. ¡Hasta que aparezca el Lechuga y hasta que el caos los sucumba!”. Firmado: “Anárquicas individualidades expansivas del caos”.
Tal vez estemos tan poco acostumbrados a lidiar con el anarquismo realmente existente, que una vez que nos topamos con él no sabemos reconocerlo. “La palabra suena hoy menos tremebunda que extraña, como si se mencionara un animal extinto. Un ave pesada que nunca pudo volar o un mamífero cuyo último ejemplar fue avistado décadas atrás”, escribió Christian Ferrer en Cabezas de tormenta. ¿Ese tipo encapuchado, vestido de negro, blandiendo un palo, tirando una molotov, es un anarquista o es un servicio disfrazado? ¿No estamos nosotros también reproduciendo el sentido común más rancio al dar por descontado que son infiltrados? Esto no quiere decir que no haya, puntualmente, casos de infiltración, pero ¿con qué asidero la Doña Rosa socialdemócrata que llevamos dentro lo primero que dice es “son infiltrados”? Infiltrados nosotros, podrían retrucarnos. Infiltrados por este sistema putrefacto.
Santiago
Andrés Maldonado (1989-2017). Nació el 25 de julio de 1989 en Buenos
Aires, (Argentina) y murió asesinado (asesinato de estado) el 1 de
agosto de 2017 a los 28 años en Chubut, (Argentina).
Santiago
Andrés Maldonado fue un anarquista,
artesano y tatuador de la ciudad de Veinticinco de Mayo, provincia de
Buenos Aires, (Argentina).Textos origen completos, https://sobrelaanarquiayotrostemasii.wordpress.com/2019/08/01/santiago-andres-maldonado-vida-y-obra/?fbclid=IwAR27Pek7er3X_jvJ7EAMrJFowEXqQfYTwCpn6VF1Zdo4EDOKSQ8qifehsDM
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