Han pasado diez años exactos desde que el gobierno del entonces primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, auspiciase un acuerdo internacional que recibió el nombre de Convención de Estambul. Diez años desde que Turquía aprobó y ratificó ese acuerdo, que busca proteger a las mujeres de la violencia machista y los feminicidios.
Y han sido diez años exactos los que ha tardado Erdogan, ahora presidente, en abandonar el acuerdo. El pasado 30 de marzo, su oficina publicó la decisión de retirada de madrugada, sin avisar. Este jueves uno de julio, la retirada turca del convenio que lleva el nombre de su ciudad más emblemática se ha hecho oficial. Diez años que han cambiado a Turquía profundamente; donde antes se decía blanco, ahora negro.
Y así es como lo ven muchas mujeres turcas. Este jueves en todas las grandes ciudades del país se han realizado varias manifestaciones simultáneas para protestar contra la retirada del acuerdo. En Estambul, tarde de pleno verano, el sol y la humedad aprietan como nunca, y varios miles de mujeres se juntan en el centro de la ciudad, en la calle neurálgica de Istiklal, para protestar la retirada. Llevan meses haciéndolo sin parar, siempre con el mismo resultado. Esta vez, con la convención ya muerta en Turquía, su protesta ya es en pasado.
“No se puede salir de la Convención de Estambul con un decreto presidencial de una sola persona. El Parlamento lo votó en 2011, y la voluntad del Parlamento no puede ser delegada a solo una persona; las convenciones internacionales de derechos humanos no pueden ser destruidas así. Esta decisión ilegal solo hace que incrementar nuestra rebelión. No la aceptamos”, dice Semiha, joven manifestante ataviada con todo lo necesario: banderas púrpura y arcoíris y un silbato. Delante, una fila de policías miran la escena y la bloquean con sus escudos. En esta ocasión las fuerzas antidisturbios han vuelto a cargar y lanzar gases lacrimógenos contra los manifestantes.
“Ni el principio ni el fin”
Antes de las protestas, este jueves al mediodía, Erdogan se ha referido a la convención y a la retirada, y ha defendido sus acciones: “Algunos círculos están diciendo que nuestra retirada de la Convención de Estambul es un paso atrás en nuestra lucha contra la violencia contra las mujeres. Pero nuestra lucha no empezó con la Convención de Estambul, y no se terminará con nuestra retirada”.
“La lucha contra esta violencia también es la lucha para proteger los derechos y el honor de nuestras madres, esposas e hijas, que todas son parte de nuestras vidas”, ha continuado el presidente turco, cuyo Gobierno, islamista y conservador, ha presionado para salir del pacto porque “va en contra de la familia tradicional turca y promueve la homosexualidad”. El texto de la convención, lo que busca, es proteger a las mujeres, estén casadas o no, y no discrimina en términos de orientación sexual.
“Con la cancelación del acuerdo, las mujeres estamos más expuestas a la violencia, el acoso y las violaciones. Estamos absolutamente en contra de la retirada y no solo pedimos que no nos retiremos. Pedimos que se aplique del todo, cosa que antes tampoco pasaba”, dice Raziye, otra de las manifestantes. Al año, de media, unas 400 mujeres son asesinadas en Turquía a manos de sus maridos, novios, padres o hermanos —estos últimos crímenes de honor—. La media es escandalosa: más de una mujer muerta al día.
Adria Rocha Cutiller, elperiodico.com
Y aquí inflándonos a ver culebrones turcos y haciendo turismo en Turquia.
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