Su destino es el nuestro y cuanto antes nos demos cuenta de esta sencilla verdad en Europa, mejor para nosotras y nosotros. Todas estas personas a las que negamos el pan y la sal más básico, son en realidad un gran regalo para la vieja Europa. Tendríamos que recibirlos con los brazos y el corazón abiertos por su valentía y coraje en lugar de comportarnos como auténticos fachas de raza blanca testosterónicos, sin ninguna empatía ni respeto por todo lo que no sea nosotros mismos.
Gracias que existen personas como Oscar Camps y muchos voluntarias y voluntarios que frenan y ponen en evidencia al macho alfa europeo.
Aunque no lo parezca esto es una guerra. Va a ser larga y muy dura pero tenemos que seguir estando allí, ser más y cambiar mentalidades. Nos va la vida en ello.
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